Monasterio de la Visitación

El Salvador

Santo

Una vida escondida

en el Corazón de Jesús

"Muriendo el Salvador nos ha dado la vida por la herida de su Sagrado Corazón, por tanto es muy justo que nuestro corazón permanezca siempre, mediante una esmerada mortificación, rodeado por la corona de espinas que ciñó la cabeza de nuestro Señor mientras el dolor le mantuvo atado al trono de sus mortales dolores."

- San Francisco de Sales a Santa Juana de Chantal.

Nuestra Orden

Somos monjas contemplativas de la Orden de la Visitación de Santa María, fundada el 6 de junio de 1610 en Annecy, Francia, por San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal. Nacimos bajo la inspiración del Espíritu Santo, con el propósito de ofrecer a Dios hijas entregadas a la oración, tan interiores que sean encontradas dignas de adorarle en espíritu y en verdad. Un espíritu que no busca sino a Dios y tiende continuamente a unirse a Él; un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores, deben suplirla con la renuncia interior y una gran sencillez y alegría en la vida común.

NuestraOrden

Preguntas Frecuentes

Nuestra Orden recibió el nombre de Visitación de Santa María porque nace a la luz del misterio en que la Virgen María visitó a su prima Santa Isabel, (Lc 1, 39-56). En ese encuentro lleno de gracia contemplamos la sencillez, la humildad, la dulzura y la alegría de Nuestra Señora. Ella es nuestro modelo de santidad. San Francisco de Sales, nuestro Padre Fundador, pensó inicialmente esta comunidad para el “ejercicio del amor divino”, mediante la visita a los pobres y enfermos, imitando así la caridad activa de la Virgen en la Visitación. Por eso nos llaman “visitandinas”. Pero en el año 1616, siguiendo con humildad lo que la Iglesia le pedía, fue necesario adaptar el proyecto y abrazar la vida contemplativa en clausura. Así, vivimos este mismo espíritu de caridad, pero desde el silencio, la oración y la entrega total a Dios.

Cuando San Francisco de Sales aceptó con humildad la solicitud de las autoridades eclesiásticas de adaptar el proyecto original a las normas del derecho canónico, la congregación tomó su forma definitiva como Orden Monástica de Clausura, dedicada a la vida interior y contemplativa. Cincuenta años más tarde, el Señor confirmó esta vocación con las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque, en uno de nuestros monasterios. En ellas, nos llamó a ser almas reparadoras, unidas a su Corazón, entregadas en silencio a la oración por la salvación del mundo. A la luz de esta llamada, nuestra vida se configuró plenamente como ofrenda de adoración, intercesión y reparación por la Iglesia y la humanidad. No salimos a misiones externas, sino que consagramos todo nuestro ser a la mortificación interior, manteniendo vivo el espíritu de la Visitación en una caridad escondida.

La vida en un monasterio es una existencia retirada del mundo, centrada en la unión con Dios. Es decir, al vivir en clausura, nos separamos físicamente del mundo exterior, pero no del corazón del mundo. En el silencio y la soledad, estamos unidas a todos por medio de la oración. Cada día está marcado por un ritmo de trabajo sencillo, lectura espiritual y recogimiento. Desde el amanecer hasta la noche, nos consagramos a alabar a Dios mediante la Santa Misa, el rezo del Santo Rosario, el estudio y la adoración. También compartimos espacios de recreo fraterno que nos ayudan a mantenernos unidas en el amor.

Pueden ingresar a la Orden mujeres adultas en distintas etapas de su vida, solteras o viudas sin hijos pequeños, que sientan un llamado profundo a vivir para Dios en la vida contemplativa. No importa su nivel académico ni su condición social: lo esencial es el deseo sincero de entregarse al Señor. No se requiere perfección, sino un corazón abierto, disponibilidad interior y una vida de fe. El proceso de discernimiento es gradual, acompañado por la comunidad, y permite a cada aspirante a descubrir si este camino es su vocación.
Cat

Fundadores


San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal fundaron la Orden de la Visitación. Durante sus vidas, los santos fundadores establecieron 87 monasterios en diversas regiones de Francia y países vecinos. Hoy en día, la Orden está presente en los cinco continentes, con más de 121 monasterios extendidos en Europa, América, Asia y África.

Desde sus orígenes, esta forma de vida interior, ha estado abierta a todas las mujeres que se sienten llamadas a consagrarse a la perfección del amor divino.

Tesoros de Nuestra Espiritualidad


La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha sido, desde los orígenes de nuestra Orden, el centro vivo que une nuestra oración y nuestra misión. En la Visitación, el Señor quiso revelar los secretos de su Corazón a nuestra hermana Santa Margarita María de Alacoque. De esta gracia nació La Guardia de Honor, que invita a muchas almas —dentro y fuera del monasterio— a amar, reparar y consolar al Amor no amado.

San Francisco y Santa Juana

La devoción al Sagrado Corazón

Nuestra pequeña congregación es obra del Corazón de Jesús y de María. El Corazón de Jesús su esposo crucificado, será la morada y descanso de las visitandinas en esta tierra. San Francisco de Sales
Santa Margarita y el Sagrado Corazón de Jesús.

Santa Margarita María Alacoque

La devoción al Sagrado Corazón se propagó a partir de las apariciones de Jesucristo a la santa visitandina Margarita María de Alacoque.
Cuadrante y medalla del Corazón de Jesús

La Guardia de Honor

Al pie de la cruz, María Santísima, María Magdalena y San Juan, formaron la primera Guardia de Honor, ellos son los primeros adoradores del Sagrado Corazón de Jesús herido y traspasado por la lanza, del cual brotaron sangre y agua, signo de su Misericordia.
Santo

¡Viva + Jesús!

Para siempre en nuestros corazones